Un oso ondulante pone patas arriba el mundo de una familia
«¡¿Qué demonios estoy tramando?!» se preguntaba Luka, con el corazón acelerado mientras rastreaba al colosal oso negro. Era plenamente consciente de que ésta podría ser su última aventura. No era de los que tiraban la cautela al viento, pero el extraño espectáculo que acababa de vivir no le dejaba otra opción. Algo inusual estaba ocurriendo, y no podía evitar la sensación de que él era el único que podía desentrañar este misterio.
Hacía unos instantes, había vuelto a ver al enorme oso negro frente a su ventana. Fue una visión tan única que quedó grabada en su memoria. El oso estaba… ¿podría ser…? ¡Sí, le estaba saludando! ¡¿Saludando?! Era demasiado extraño para ignorarlo. Los osos no se comportan así. Había un mensaje que el oso estaba tratando de comunicar, pero ¿qué podría ser? Y la parte más loca era que esta no era la primera vez que había sucedido. Durante tres días seguidos, el oso se asomó a la ventana de la cocina cada mañana y empezó a saludar frenéticamente con la mano antes de que Luka lo espantara. Pero al tercer día Luka decidió que ya era suficiente. Era hora de seguir al oso. Debe de ser una señal, ¿no?
Impulsado por una oleada de adrenalina, se aventuró a salir del santuario de su hogar, decidido a rastrear a la imponente criatura. Estaba decidido a hacer lo que fuera necesario para proteger a su mujer y a sus hijos, y para que se sintieran seguros en su hogar. La recurrente idea de que el oso había aparecido en su casa varias veces le había dejado ansioso. ¿Qué hacía ese peligroso oso frente a su ventana, donde residía su familia?
Al adentrarse en la inquietante extensión del bosque, sintió una punzante sensación de vulnerabilidad, expuesto a los peligros que acechaban, incluido el enorme oso negro que encabezaba la marcha. Luka era muy consciente de que esta decisión ocupaba un lugar destacado en los anales de sus acciones más imprudentes.
Pensar que su mujer y sus hijos dormían plácidamente en casa, ajenos a su alocada escapada, aumentaba su ansiedad. Pero no se dejó intimidar. Estaba convencido de que el gesto del oso tenía un propósito y estaba decidido a descubrirlo.
Luka estaba seguro: había leído bien las intenciones del oso, como si su lenguaje silencioso fuera ahora el suyo propio. Siempre había creído firmemente en la brújula de su instinto, una guía que nunca le había llevado por mal camino. Sin embargo, el destino hacia el que el oso le conducía estaba más allá del alcance de sus más descabelladas especulaciones…
Las repetidas apariciones del oso en su puerta no eran meras coincidencias; era una petición desesperada de ayuda, un SOS silencioso de una criatura sin otro recurso que recurrir a los humanos. El oso había depositado su confianza en Luka, y ahora le tocaba a él honrar esa fe.
A partir de ese momento, Luka lo tenía todo. Tenía un objetivo: ayudar al oso. Su mundo se reducía a esta única misión, su propósito ligado al destino de esta magnífica criatura. Tenía que ayudar a la criatura que acababa de saludarle de nuevo.
Pero en el apuro de sunueva responsabilidad, se perdió algo grande. Se enfrentaba a una criatura salvaje, pura e impredecible, con un poder y un peligro potencial tan grandes como la naturaleza que la vio nacer. No se trataba de un animal manso y tranquilo, sino de una criatura salvaje, donde la supervivencia era el único juego y cada movimiento era un riesgo. El lado serio en el que se estaba metiendo yacía oculto, una verdad que aún no reconocía, esperando a brotar y mostrar su lado peligroso…