Sin embargo, sus pensamientos se vieron interrumpidos por un fuerte grito que la sacudió de su estado de parálisis. El hombre, su hombre, su Gabriel, empezó a gritarle.
«¡¿QUÉ DEMONIOS TE PASA?!» «¡¿ESTÁS LOCO?!«, le gritó.
Lena parpadeó confundida. ¡¿Qué?! ¡¿Así era como la saludaba?! ¿Qué estaba pasando? Lena se quedó clavada en el suelo. No podía ser verdad. Debe ser un sueño…