Así que se apresuró a guardar el equipaje y a inspeccionar los compartimentos superiores, sumergiéndose cómodamente en su rutina habitual. Sus compañeros charlaban animadamente a su alrededor, comentando con entusiasmo sus planes para el fin de semana posterior al aterrizaje. Intentó empaparse de su entusiasmo, con la esperanza de que aplacara la sensación de inquietud que retumbaba en su estómago.
Este vuelo no sólo significaba su vuelta al trabajo, sino su reincorporación a la vida. Necesitaba creer que estaba preparada, que la sombra del año anterior se había desvanecido lo suficiente como para permitirle funcionar de nuevo.
Pero entonces, justo cuando el avión se preparaba para embarcar, lo vio. Fue como si su corazón hubiera dejado de latir de repente. Su cuerpo se convirtió en una estatua y un silencio ensordecedor envolvió su mundo. ¿Qué demonios?