El alivio invadió a Lena cuando la expresión de Cassandra confirmó su reconocimiento del asombroso parecido; ella también se había dado cuenta.
No eran imaginaciones suyas; aquel hombre se parecía de verdad a su difunto marido. Pero la realidad seguía siendo que no podía ser su marido.
Se quedó mirando la tarjeta de visita que tenía en las manos, la que él le había dado. Llevaba el nombre de «Kevin Jones» en negrita, lo que indicaba que era el director general de una empresa de contratación de personal.
Estaba muy lejos de lo que su Gabriel había estado haciendo. Siempre le había apasionado trabajar con la gente y ayudarla, lo que le llevó a trabajar en un centro de acogida para ex presidiarios, ayudándoles a reintegrarse en la sociedad lo mejor posible. Este hombre, Nathan Jones, claramente no era su marido.
A menos, pensó Lena con una risita, que hubiera sufrido una drástica transformación y fingido su propia muerte para empezar una vida completamente nueva con una nueva identidad. La idea parecía demasiado descabellada, pero en medio de su confusión, le trajo un momento de humor.