Una vez que lo hubo contado todo, miró a sus padres y a su hermano. Le devolvieron la mirada con ojos grandes e incrédulos, sin palabras. Pasó un momento de silencio antes de que nadie hablara. Finalmente, fue Liam quien rompió el silencio.
«De acuerdo, te creo», le dijo Liam a su hermano. Cuando esas palabras salieron de sus labios, los ojos de Oliver volvieron a llenarse de dulzura y dejó escapar un suspiro de alivio. Liam tomó la mano de su hermano, lo miró profundamente a los ojos y le ofreció una sonrisa tranquilizadora. No dejaría que Oliver supiera que le había mentido.