Para su alivio, Oliver mostró signos prometedores. Tras unos minutos de tensión, consiguió decir unas palabras. No era mucho, pero el peso de lo que dijo caló hondo. Al oír lo que dijo, se quedaron sorprendidos y, la verdad, un poco alarmados. Tal vez el accidente y el coma prolongado le habían pasado más factura de lo que temían…
«Para el año que viene», murmuró Oliver, con voz apenas susurrante. La familia se inclinó instintivamente hacia él, esforzándose por captar cada frágil palabra. Liam sintió que una oleada de emoción amenazaba con derramarse por sus ojos. El sonido de la voz de su hermano, después de tanto tiempo, era a la vez inquietante y reconfortante.