La familia, mientras disfrutaba del milagro de su despertar, caminaba suavemente a su alrededor, sus voces eran meros susurros. Le daban la tranquilidad que tanto necesitaba. Sin embargo, bajo la superficie de su alegría, había una preocupación tácita… Aunque había despertado, aún no conocían el estado de su mente ni los retos que le aguardaban.
En medio de la alegría, empezaron a surgir dudas. Sus corazones les decían que les conocía; esa tierna sonrisa al reconocer sus rostros era innegable. Sin embargo, los aspectos prácticos pesaban en sus mentes. ¿Podría volver a hablar o a andar? ¿Tendría que volver a aprender lo básico, paso a paso? El camino que tenían ante ellos brillaba de esperanza, pero estaba entrelazado con sombras de incertidumbre.