Un hombre acude al hospital para hacerse un chequeo y el médico mira su radiografía y le susurra: «Lo siento»

A medida que pasaban los años y Rohan envejecía, su característica barriga se convirtió en una parte aceptada de su personalidad. El acoso disminuyó y las palabras hirientes perdieron su efecto, o al menos eso creía él. Después de oírlas tan a menudo, ya casi no se daba cuenta cuando las burlas y los susurros le seguían por las calles.

Sin embargo, la implacable marcha del tiempo introdujo una desalentadora complicación. El abultado estómago de Rohan empezó a influir en su vida de formas que iban mucho más allá del desprecio social. Le costaba respirar al menor esfuerzo y se encontraba con un nuevo y opresivo peso en el pecho que antes no existía. Su cuerpo, que antes cooperaba con él, ahora parecía trabajar en su contra.

Cada día se convertía en una lucha contra su propio cuerpo. Su corazón latía con una intensidad desconocida para él, cada latido resonaba con su creciente aprensión. Cada respiración se convertía en una lucha, una batalla por la supervivencia contra un enemigo invisible. ¿Qué le estaba ocurriendo?