A pesar del torbellino de cambios, el corazón de Rohan permaneció en los campos de su infancia. Con Padma a su lado, volvió a su vida de granjero. Labrar la tierra, sembrar semillas, recoger la cosecha… estas sencillas tareas adquirieron un carácter terapéutico, que lo enraizaron en medio de la tormenta en que se había convertido su vida. Su extraordinario viaje le había enseñado a encontrar la profundidad en la sencillez, a apreciar el ciclo de la vida reflejado en la agricultura.
La historia de Rohan es la de la resistencia, el perdón y las curvas imprevistas de la vida. Encontró consuelo en sus campos, extrayendo lecciones de la tierra bajo sus manos. Cada estación traía sus propias lecciones: los esperanzadores comienzos de la primavera, el incesante trabajo del verano, los ricos frutos del otoño y la tranquila introspección del invierno.
Cada ciclo reflejaba su propio viaje a través de la conmoción, la aceptación, el crecimiento y la introspección.