La verdad del extraordinario giro de su vida tuvo un profundo impacto en la percepción que Rohan tenía de sí mismo y de su pasado. Volvió a mirar sus viejas fotos y sus ojos se fijaron en el vientre hinchado que había sido objeto de burlas y bromas. Ahora lo veía como un testimonio de resistencia, un vínculo único de hermandad encapsulado en un solo cuerpo. Su conmoción inicial dio paso a una calma reflexiva, a una nueva apreciación del insólito viaje que la vida le había trazado.
Y a medida que se difundía la noticia de su caso, Rohan se encontró en el candelero. De repente no era sólo un granjero, sino una maravilla médica viviente. La percepción que su comunidad tenía de él cambió radicalmente. Sus verdugos se convirtieron en sus simpatizantes.
Su barriga, antes motivo de burla, se convirtió en símbolo de su historia de supervivencia sin precedentes. Sin embargo, el sabor agridulce de sus disculpas dejó a Rohan contemplando la verdadera naturaleza de la empatía y la comprensión.