La paciencia está perdida
En este punto, varios pasajeros habían visto lo que estaba pasando. Algunos miraban mal al chico que estaba tendido en el banco. En cierto momento el niño sintió la tensión en el ambiente y decidió mover las piernas apenas lo suficiente para que una persona se sentara.
El esfuerzo del chico no ayudó mucho. Sus piernas aún ocupaban al menos otro asiento completo. Los otros pasajeros estaban completamente hartos del niño, pero decidieron dejarlo estar. Hasta que llegó un hombre con un acto de valor.
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