La ambición de un cazador por capturar a un tigre se convierte en algo totalmente inesperado
Era un día como cualquier otro. Joseph estaba en el bosque, cazando animales para traer de vuelta al pequeño pueblo. Pero cuando el sol comenzó a ponerse y él regresó a casa, Joseph no pudo quitarse la sensación de que algo andaba mal.
El bosque estaba tranquilo, demasiado tranquilo. Los animales que normalmente llenaban el bosque con sus llamadas estaban en silencio, y había una tensión en el aire que no podía explicar. ¡¿Qué diablos estaba pasando?!
Y entonces, de la nada, escuchó un sonido que le heló la sangre. Un gruñido bajo, proveniente de algún lugar en lo profundo del bosque. Joseph supo de inmediato que era un depredador, y uno peligroso.
Sus instintos le dijeron que retrocediera, que regresara a la seguridad del pueblo. Pero algo en Joseph no se lo permitió. Era como si se congelara y ya no tuviera ningún control sobre su cuerpo. Mientras Joseph se adentraba más en el bosque, no pudo evitar cuestionar su propio juicio. ¿Fue esto curiosidad o imprudencia? La respuesta no importaba, ya que el peligro que estaba a punto de enfrentar cambiaría su vida para siempre. Necesitaba averiguar qué había ahí fuera, qué estaba haciendo ese gruñido. Y así, en contra de su buen juicio, Joseph siguió adelante, más adentro del bosque…
Mientras Joseph caminaba con cautela hacia el gruñido amenazador, reconoció la peligrosa elección que había hecho. Tenía la opción de retirarse al santuario de su aldea, pero parecía como si su cuerpo tuviera mente propia. Sus piernas continuaron impulsándolo hacia adelante, a pesar de su conciencia de las posibles consecuencias desastrosas.
De repente, salió un enorme tigre, avanzando directamente hacia él. Con solo unos segundos para elegir entre luchar o huir, Joseph se encontró en un escenario inconfundible de vida o muerte. No pudo evitar preguntarse, ¿por qué diablos no se había dado la vuelta?
Los tigres, tristemente célebres por su destreza letal, enviaron escalofríos por la espalda de Joseph al recordar las escalofriantes historias de personas mutiladas o que encontraron su destino en las garras de estas feroces bestias. El gruñido siniestro reverberó en el aire, una señal de que estaba recorriendo un camino traicionero.
Armado con un arma, Joseph rápidamente se dio cuenta de que era inútil contra una criatura tan majestuosa. Con la caza de tigres estrictamente prohibida, tenía que pensar en sus pies, la adrenalina corría por sus venas. Necesitaba un plan para garantizar tanto su supervivencia como la seguridad del tigre. Si tan solo hubiera sabido esta mañana lo que sabe ahora, nunca hubiera empacado sus cosas para ir a cazar…