Mientras los vecinos comentaban el extraño giro de los acontecimientos, los Harrison se sintieron desgarrados. Su angustia inicial por la pérdida de su cachorro se había convertido en algo mucho más complicado. Ahora tenían un cachorro que había encontrado un hogar en un nido de caimanes, uno que parecía estar criando crías de caimán en lugar de ser una simple presa.
A pesar de las extrañas circunstancias, el Dr. Martin animó a los vecinos a dejar que la naturaleza siguiera su curso. Al cachorro parecía irle bien con los caimanes y no había peligro inmediato para su bienestar. Al cabo de unos días, los Harrison decidieron visitar el nido con regularidad para ver cómo estaba su mascota. Cuando volvieron, no podían creer lo que veían: el caimán había empezado a traer peces al nido, dejándoselos al cachorro para que los compartiera con las crías.
Quedó claro que el caimán no sólo toleraba al cachorro, sino que dependía de él de una forma que nadie había esperado. Con el paso de los días, el vínculo entre el cachorro y el caimán se estrechó y los Harrison aceptaron a regañadientes que su cachorro había encontrado una familia nueva y muy poco habitual.
Al final, el vecindario había sido testigo de algo realmente extraordinario: un vínculo animal tan fuerte que desafiaba todas las expectativas. La historia del cachorro y el caimán se convertiría en una leyenda local, algo que se transmitiría durante años.