Era una tranquila mañana de sábado en los suburbios. Apenas había salido el sol y la mayoría de la gente aún estaba tomando su café matutino. De repente, un fuerte y gutural bramido resonó en el aire. El sonido fue tan estremecedor que varios vecinos se precipitaron hacia sus ventanas, preguntándose qué estaba ocurriendo.
Se quedaron completamente incrédulos. Emergiendo de un arroyo cercano, un caimán se abría paso lentamente hacia un pequeño patio. Sus ojos se clavaron en un pequeño cachorro que tomaba el sol. En un abrir y cerrar de ojos, el caimán se abalanzó sobre el cachorro y lo aprisionó suavemente con sus mandíbulas, sin herirlo, pero manteniéndolo firme. Antes de que nadie pudiera reaccionar, se dio la vuelta y se deslizó hacia el agua, desapareciendo entre los juncos. Parecía sacado de un especial de animales salvajes, pero era real.
El cachorro, que pertenecía a la joven pareja, los Harrison, había estado holgazaneando en el patio, completamente ajeno al peligro. Los vecinos contemplaron estupefactos cómo el caimán desaparecía en el arroyo con el perrito en la boca. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Por qué un caimán se llevaría a un cachorro sin hacerle daño?