Una visita de rutina al médico conduce a una extraña revelación.
Richard Mason, un hombre de negocios y millonario del Reino Unido de 55 años, sufrió la conmoción de su vida. Un vínculo tan fuerte como el que tenía Richard con sus hijos es el sueño de todo padre. Su historia muestra que la paternidad no tiene por qué basarse necesariamente en tu sangre.