Lazos de familia: Desenterrando un secreto que lo cambió todo
A sus 17 años, Sindy parecía la típica adolescente. Se sentía un poco diferente de sus amigos y no tenía mucha confianza en sí misma. A Sindy no le gustaba mucho estar en casa, como a la mayoría de sus amigos. Pero aquí está el giro de la historia: a Sindy le ocurrió algo inesperado que no vio venir.
Aunque a muchos adolescentes no les gustan sus padres, la situación de Sindy era un poco más particular. Llegó a tal punto que nunca invitaba a ningún amigo a su casa y a veces incluso mentía sobre sus padres. Verás, sus padres eran viejos cuando la tuvieron. Muy viejos;
Por supuesto, no era la primera adolescente con padres mayores. Pero algo en su familia era diferente, incluso al margen de las circunstancias especiales que rodeaban a la familia de Sindy. Sindy sentía que su familia estaba actuando, y ella no sabía cuál era su papel. Su casa tenía un secreto; sólo que ella aún no lo había descubierto.
La madre de Sindy, Elaine, la dio a luz a los 62 años. Tanto la madre como el bebé estaban sanos, lo que fue una especie de milagro médico. Algunos periódicos locales incluso informaron de ello, convirtiendo a Sindy y Elaine en celebridades locales durante un breve periodo.
Los otros hijos de Elaine ya eran adolescentes, y ella hablaba a menudo de disfrutar de paz y tranquilidad una vez que se mudaran. Por eso le sorprendió tanto el anuncio de la llegada de Sindy. La propia Sindy no entendía por qué sus padres habían decidido tenerla y a menudo se preguntaba si había algo más en su existencia de lo que el ojo podía ver. Lo que no sabía era que el velo del misterio estaba a punto de levantarse.
Cuando Elaine trajo a casa a la pequeña Sindy, todo el pueblo se volvió loco. La cafetería local se convirtió en un criadero de cotilleos. «¿Has oído hablar de Elaine?» Mabel, la parlanchina del pueblo, lo soltó a quien quisiera escucharla. Estaba ansiosa por contar la historia más nueva y jugosa del pueblo.
«¡62 años y un bebé! Es inaudito», jadeó Betty, con los ojos desorbitados sobre su humeante taza de café. Nadie podía oír la radio por encima del ruido que producían los cotilleos. El pueblo estaba lleno de incredulidad y curiosidad. ¿Cuál era el secreto de este nacimiento milagroso?