El zoo decidió no separarlos inmediatamente. Se instalaron cámaras y los veterinarios vigilaron de cerca a ambos animales. Lo que vieron en las 48 horas siguientes les sorprendió.
El león y el cachorro se hicieron inseparables. Comían juntos, dormían la siesta uno al lado del otro e incluso jugaban. El león se revolvía suavemente cuando el cachorro trepaba por su pelaje. No se parecía a nada que el personal hubiera visto antes.
La historia saltó a los titulares. Los vídeos de los dos improbables compañeros acumularon millones de visitas. Pero nadie sabía la razón por la que el león había aceptado al cachorro, hasta que un cuidador del zoo compartió una tranquila verdad.