Fue alguien del Ayuntamiento quien llamó. Scott apenas podía creer lo que oía. La vieja y destartalada casa de Mia había pertenecido a un escritor canadiense de renombre mundial. Mia era su bisnieta. Pero eso no fue todo: ¡el ayuntamiento quería reformar completamente la casa y convertirla en un museo! Scott recibiría una tarifa mensual considerable por esto.
Cuando Scott escuchó esto, se quedó mudo de asombro al principio. Le tomó un tiempo preparar una respuesta, pero al final, decidió aceptar la oferta. Con una condición…