Mia decidió que podían ayudarse mutuamente. Scott necesitaba desesperadamente refugio y a ella le vendría bien una mano en la casa. Entonces, ella lo invitó a mudarse con ella. Además de un techo sobre su cabeza, también le prometió tres comidas gratis al día. Scott aceptó agradecido esta oferta. Esto marcó el comienzo de una maravillosa amistad. Durante el año siguiente, ayudó a Mia siempre que pudo. Hacía la compra por ella, limpiaba la casa, cocinaba para los dos e incluso la ayudaba a moverse cuando sus piernas no tenían fuerzas para hacerlo. Por las noches, los dos amigos a menudo charlaban junto a la chimenea.
Hasta que ocurrió el desastre…