Lágrimas de alegría
Tiffany le quita la venda a su madre y le revela la casa de pan de jengibre. Ella no puede creer lo que ve. Esperaba un trabajo de pintura, pero toda la casa se ha transformado en algo salido de un cuento de hadas. Las lágrimas corrían por sus mejillas. Al principio, era incapaz de expresar con palabras lo que sentía.
«¿Te gusta?», le pregunta Tiffany a Tamera, quien no puede dejar de llorar. Entierra su rostro en el cuello de su preciosa hija. Al final, logra pronunciar algunas palabras. «¡Es hermoso!», reacciona emocionada. Tiffany sonríe de oreja a oreja. «¡Estoy tan contenta de que te guste!».
No debería sorprender que Tamera piense que la casa es hermosa. Parece mágica.