¡La inimaginable verdad que descubre esta camarera sobre un vagabundo te sorprenderá!
Cindy se quedó boquiabierta. ¿Cómo podía haber pasado por alto las señales? Siempre había visto al vagabundo fuera del restaurante como otro rostro perdido en el mar de innumerables almas que buscaban refugio en las calles. No había pensado mucho en ello, nunca había visto realmente a la persona detrás de esos ojos cansados.
Mientras lo pensaba, recordó las innumerables veces que había pasado junto a él, diciéndole un cálido «Buenos días» o «Buenas noches». Trabajando en el bullicioso restaurante adyacente a su lugar habitual, iba por el mismo camino al trabajo todos los días. Bajo la lluvia o el sol, allí estaba sentado, una presencia firme, sus ojos como una ventana a un océano de soledad.
Con la revelación de la verdadera identidad del hombre, Cindy sintió una punzada de arrepentimiento por las veces que no se detuvo para saludarlo o compartir una comida, todo porque estaba atrapada en su propio drama, ahora aparentemente intrascendente.
Mientras miraba al hombre, la conmoción la atravesó. Todavía no lo asimilaba. ¡¿Cómo podría habérsele escapado eso?!
Cindy siempre había pensado que había algo especial en el hombre. No era como los habituales vagabundos que había conocido en la calle. Este hombre era diferente. Ella lo había observado muchas veces y con el tiempo, comenzó a admirarlo.
Observó el aire perpetuo de soledad del hombre, pero nunca pareció desanimado. Saludó a todos los que pasaban por allí con su inquebrantable buen humor y cálida sonrisa. Sorprendentemente, nunca buscó ayuda ni dinero; todo lo que anhelaba era el don de la conversación. Cindy encontró esto tanto encomiable como intrigante, sintiendo que bajo su comportamiento alegre yacía un tesoro bien guardado de emociones no expresadas.
Cindy no pudo evitar notar que el mundo no siempre fue amable con el hombre. Había visto a la gente pasar a su lado sin mirarlo, como si fuera invisible. No era raro que pasara un día entero sin que una sola alma se detuviera a charlar con la figura solitaria.
Por desgracia, incluso había sido testigo de casos de burla y crueldad. Un día en particular, un grupo de niños escupía cruelmente al hombre, un espectáculo que ella encontró tanto desgarrador como insondable.