El veterinario había podido quitar el rastreador del estómago del jirafa. Con los antibióticos adecuados, descanso y mucho tiempo, esperaba que el jirafa pudiera sobrevivir. Con el dispositivo retirado, tampoco tuvo que preocuparse por ser rastreado por los cazadores furtivos. Parecía que todo estaría bien.
Los cazadores furtivos no opinaban lo mismo… habían cometido un gran error…