La puesta en marcha
«Oh, Dios mío», gritó la madre Amber. «¡Me asustaste muchísimo!» Tardó un minuto en darse cuenta de lo que estaba pasando. Erik debe haber estado al tanto de la sorpresa. «¿Sabías que él estaba haciendo esto?», le preguntó a su esposo que estaba sentado a su lado, sonriendo de oreja a oreja.
Resultó que Erik era parte de todo el plan. Había recogido a su hijo cuando llegó al aeropuerto. Amber se dio cuenta de que la habían engañado y él se lo había mantenido en secreto. Ella, en broma, le dio un puñetazo en el hombro y le gritó: «¡Eres malvado!». Erik comenzó a reír aún más fuerte. Todo había salido según lo planeado.