Llena de emoción
Salazar había llegado a apreciar a su cliente siempre tan gruñón. No pudo pronunciar una sola palabra después de leer el obituario. Los detalles de su muerte la llenaron de tristeza.
A pesar de todo, Salazar se sorprendió por su propia reacción a la noticia. La camarera nunca pensó que se emocionaría. El dolor y la pérdida repentinos la tomaron por sorpresa. A sus colegas no les importaba, pero Salazar estaba devastada. Uno de sus clientes favoritos nunca volvería.