Reconociendo la necesidad de un cambio drástico, pero sintiéndose demasiado cohibida para apuntarse a un gimnasio, Adele dio un paso valiente. Adele se gastó 450 libras en una cinta de correr, una inversión considerable que marcó el comienzo de su compromiso de deshacerse del exceso de peso. Colocada en el salón de su casa, le permitía hacer ejercicio en privado, lejos del ambiente intimidatorio de un gimnasio.
Fue durante una de estas sesiones, con la televisión encendida para distraerse, cuando vio un reality show en el que aparecían mujeres adineradas que se sometían a costosas «envolturas para perder centímetros» en salones de belleza. Intrigada por el concepto pero desanimada por el coste, Adele tuvo una epifanía. ¿Por qué no recrear este lujoso tratamiento en casa con algo tan sencillo y asequible como un film transparente?
Armada de determinación y un rollo de film transparente que compró a granel en el supermercado, Adele se embarcó en su viaje de adelgazamiento. Su objetivo era la barriga, a la que su hijo llamaba cariñosamente y en broma «barriga de bebé de gelatina» por su flacidez. Adele empezó a envolverse el vientre con al menos 10 capas de film transparente antes de subirse a la cinta para hacer ejercicio. El objetivo era aumentar la sudoración en esta zona, con la esperanza de que le ayudara en su plan general de pérdida de peso;
Pero, ¿le ayudó realmente a perder peso, o fue sólo otro truco para adelgazar que no funcionó?