Sin embargo, lo que vio le heló la sangre. En las paredes del cobertizo había animales taxidermizados, con los ojos vidriosos mirando sin vida hacia delante. La respiración de Vanesa se le quedó entrecortada en la garganta, su mente se tambaleaba al contemplar el espeluznante espectáculo, con el corazón latiéndole con fuerza a causa del terror.
Cada animal estaba meticulosamente conservado, congelado en posturas antinaturales que le provocaron un escalofrío. Una sensación de horror se apoderó de ella y el pánico empezó a apoderarse de ella. La idea de que el Dr. Henderson pudiera estar implicado en algo tan grotesco era casi insoportable.