Era una escena extraña dentro de la iglesia, el perro Rex, parecía casi rabioso mientras ladraba sin descanso hacia el ataúd que contenía a su difunto dueño. A pesar de varios intentos por distraerlo, nadie se atrevía a acercarse demasiado. ¿Qué significaba? No parecía ser una expresión de dolor de Rex por la pérdida de su dueño, el comportamiento parecía demasiado agresivo para eso. Se intercambiaron miradas nerviosas entre los presentes. Con muchos ojos dirigiéndose hacia Jason, el hijo del fallecido.
«Esto no está bien», murmuró Jason en voz baja. Tenía sospechas sobre la muerte de su padre desde el momento en que se enteró de la noticia, pero tenía demasiado miedo de compartirlas. Temía que los demás pensaran que estaba loco. Había permanecido en silencio durante tanto tiempo, observando a personas en las que no confiaba, que ahora lloraban al entrar en el funeral. Para Jason, sus lágrimas parecían falsas.
Había pasado muchas noches tratando de convencerse de que todo estaba en su cabeza, que no era más que una paranoia inducida por el dolor. Pero ahora, mientras Rex, el antiguo perro policía de su padre, ladraba ante el ataúd, una escalofriante certeza se apoderaba de él. «Esto no está bien», susurró, con la voz cada vez más convencida. «Esto no está bien», declaró en voz más alta, una y otra vez, hasta que cesaron los murmullos a su alrededor y todas las miradas se volvieron hacia él. Incapaz de contenerse por más tiempo, gritó: «¡Esto no está bien!». Y un inquietante silencio envolvió a los presentes.
El grito de Jason hizo que todo el mundo se paralizara y dirigiera su atención hacia él. Percibió todas las miradas: asombro, simpatía y preocupación. Su tía Christel lo miró con una expresión que lo decía todo, susurrando a su tío que estaba a su lado. Jason sabía exactamente lo que estaban pensando.
«Probablemente piensen que he perdido la cabeza»,pensó, bajando la mirada avergonzado. Deseaba poder desaparecer, dejar atrás todos sus problemas como si nada. Pero eso no era posible, y estaba atascado repasando los últimos meses en su cabeza, una y otra vez…
Jason contemplaba el ataúd a pocos metros de distancia, deseando haber tomado decisiones diferentes. Cómo anhelaba rebobinar hasta el verano pasado, cuando su padre aún estaba a su lado. Si hubiera sabido lo que estaba a punto de ocurrir,pensó, quizá podría haberlo cambiado.
Pero entonces, estaba demasiado atrapado en sus pequeños problemas. Eran las vacaciones de verano y pasó las últimas semanas con su padre en su casa de verano. Fue un tiempo increíble y relajado, los dos solos, algo que no habían hecho en mucho tiempo. Tal vez eso fue lo que lo hizo tan especial, pero tal vez también fue lo que llevó a todo este lío…