Después de que acordaran cuidar a este perro, no se separó de ella. ¡Descubre por qué su marido acabó llamando a la policía!
Los ojos de George iban y venían entre el perro que paseaba y su mujer, Zoe. Sus ojos estaban llenos de una preocupación silenciosa mientras miraba. Habían aceptado cuidar de Rex, el perro de su amigo Corey, que se portaba muy bien. George y Zoe esperaban que fuera fácil y, de hecho, los primeros días fueron muy tranquilos. Sin embargo, la paz no duró mucho…
La casa estaba en silencio excepto por el constante movimiento de Rex. El perro actuaba de forma extraña, caminaba de un lado a otro erráticamente, parecía que iba a abalanzarse en cualquier momento. George se sintió inquieto, sin saber qué esperar, tanto él como Zoe tenían poca experiencia con perros, sobre todo tan grandes. Rex seguía paseándose de un lado a otro, con los ojos recorriendo la habitación como si siguiera la pista de algo que sólo él podía ver. Se le erizó el vello del lomo y un gruñido grave retumbó en su garganta. Una sensación de temor se apoderó de George. El comportamiento de Rex indicaba que algo iba muy mal.
¿Pero qué era? ¿Por qué Rex estaba tan centrado en Zoe? Desde el momento en que Rex entró en su casa, permaneció al lado de Zoe, mostrando un inusual nivel de interés. Este comportamiento obsesivo inquietó a George, y supo que algo no encajaba. Y encima, estaba el mensaje de texto. George sintió los ojos de Zoe clavados en él. ¿Escondía algo? Su sonrisa parecía forzada, no le llegaba a los ojos. Esto no estaba bien y estaba decidido a averiguar qué estaba pasando…
Durante los primeros días de Rex aquí, todo fue tranquilo y normal. Rex se comportaba con total normalidad. Zoe, haciendo gala de su afecto, jugaba a menudo con Rex en las cálidas tardes de su pequeño jardín. Mientras tanto, George estaba inmerso en su propio mundo de trabajo y rutina. Todo parecía normal. Al menos, eso creía George…
Pero entonces, un cambio silencioso recorrió su hogar. Rex empezó a actuar de forma diferente y a sentir un extraño apego por Zoe. Observaba todos sus movimientos y su intensa mirada creaba una atmósfera inquietante. George empezó a sentir un malestar inexplicable.
Una mañana, la luz del sol se filtraba por los huecos de las cortinas, iluminando suavemente la habitación.George seguía durmiendo, pero un suave sonido procedente del teléfono de Zoe lo despertó. Despierto, abrió los ojos y miró la pantalla del móvil de Zoe, suavemente iluminada.
Había aparecido un nuevo mensaje. George sabía que debía respetar la privacidad de Zoe, era una norma tácita. Pero algo poderoso, una mezcla de curiosidad e inquietud, se apoderó de él. Se sintió obligado a leerlo. ¿Quizá fue su instinto?