De demandar al hombre del tiempo a tu cita: ¡No creerás lo que algunas personas están dispuestas a hacer para conseguir dinero!
Algunas personas tienen demasiado tiempo libre y, cuando eso ocurre, suelen tener ideas muy extrañas. Es el caso de los responsables de algunas de las demandas más extrañas de todos los tiempos. Desde maridos que demandan a sus esposas por ser feas hasta gente que lleva a las empresas a los tribunales por las cosas más ridículas, estos casos frívolos muestran hasta dónde llega la gente para intentar ganar dinero rápido o simplemente demostrar algo.
Coge unas palomitas, porque no te vas a creer las ridículas razones por las que la gente ha demandado a lo largo de los años. Está el secuestrador que llevó a sus rehenes a los tribunales por haberse escapado. ¿O el preso que se demandó a sí mismo por 5 millones de dólares, alegando que sus derechos civiles habían sido violados por sus propias acciones que le llevaron a la cárcel?
Sigue leyendo para conocer aún más de las demandas más locas y extrañas que te hacen preguntarte «¿en qué estaban pensando?». Como el hombre que demandó a Pepsi porque, de alguna manera, creía que el avión Harrier que aparece en sus anuncios debería formar parte de la promoción Pepsi Points. O la mujer que demandó a la Casa Encantada de los Horrores por asustarla. No se pueden inventar estas cosas: hay gente que demanda por casi cualquier cosa… ¿Y lo más loco? La mayoría de estos casos se tomaron en serio en un tribunal y ganaron cantidades ridículas de dinero.
Así que prepárate para unas risas legales mientras nos sumergimos en el absurdo mundo de las demandas frívolas. Advertencia: estos casos judiciales pueden hacerte mover la cabeza con incredulidad, ¡pero no nos demandes por darte dolor de cuello!
Imagínate esto: estamos a mediados de los 90 y la compra de un café en McDonald’s se convierte en una demanda que conmociona al sistema judicial estadounidense. En el punto de mira está Stella Liebeck, que de la noche a la mañana se convierte en el centro de atención nacional tras derramar accidentalmente café sobre su regazo mientras estaba en el coche. La gente podría bromear: «¿No se dio cuenta de que el café debe estar caliente?». Pero una vez que los detalles salieron a la luz, el tono de broma se convirtió en un debate serio. La realidad de la situación de Liebeck era cualquier cosa menos una broma.
No se trataba de una historia normal de un torpe derrame de café. Se trataba de Liebeck contra McDonald’s Restaurants, un drama fascinante que podría rivalizar con los thrillers judiciales de mayor suspense. La queja de Liebeck no se refería sólo al café derramado. Se refería a las temperaturas irrazonablemente altas de la infusión servida en McDonald’s. Mientras que una taza media de café suele servirse a una temperatura agradable de 130-140 grados Fahrenheit, McDonald’s había servido una bebida abrasadora de 180-190 grados, causando a Stella quemaduras de tercer grado en el seis por ciento de su cuerpo. La trama se complicó y el país quedó cautivado.
En el dramático clímax de la historia, el jurado, en su infinita sabiduría, declaró a McDonald’s responsable del 80% del abrasador incidente. Concedieron a Liebeck la friolera de 160.000 dólares en concepto de indemnización por gastos médicos y la friolera de 2,7 millones de dólares (equivalentes a 5.000.000 de dólares en 2022) en concepto de daños punitivos, el equivalente a dos días de ventas de café de McDonald’s. Sin embargo, el juez de primera instancia redujo los daños punitivos al triple de la cuantía de los daños compensatorios, por un total de 640.000 dólares. Antes incluso de que se considerara la posibilidad de apelar, ambas partes decidieron llegar a un acuerdo por una cantidad confidencial, concluyendo así la fascinante saga de Liebeck contra McDonald’s Restaurants. Esta montaña rusa jurídica sigue siendo una historia legendaria, que demuestra que, a veces, la realidad supera a la ficción.
Puede que hayas oído hablar de extrañas disputas familiares, pero ésta se lleva la palma. Imagínate a un alegre niño de 8 años, Sean Tarala, corriendo a los brazos de su tía Jennifer Connell en su propia fiesta de cumpleaños, felizmente inconsciente de que su inocente abrazo llevaría a su querida tía -y a él- a los tribunales. Así es, la tía Jen decidió demandar a su propio sobrino por un abrazo de cumpleaños.
La emoción de Sean en su día especial le llevó a correr hacia la tía Jen para darle un abrazo exuberante. Sin embargo, no preveía que su adorable abrazo de oso no sólo haría que ambos cayeran al suelo, sino que también provocaría una fractura en el brazo de su tía. No es la sorpresa de cumpleaños que nadie desearía, pero lo realmente sorprendente viene a continuación.
Lo impensable ocurrió cuando Connell, en lugar de aceptar un trozo extra de tarta de cumpleaños como compensación, decidió llevar a su sobrino a los tribunales. ¡Has oído bien! En un giro escandaloso, acusó al cumpleañero de ser responsable de sus lesiones por «negligencia y descuido», alegando que un «niño razonable de ocho años» debería haber tenido más cuidado. Si eso no es competir por el título de «Peor tía del mundo», no sé qué puede serlo.
En un fantástico triunfo del sentido común, el jurado de Connecticut falló a favor de Sean, que tenía los ojos muy abiertos. Esta peculiar historia de amor familiar convertida en drama judicial nos deja sin duda una importante lección de vida: la próxima vez, Sean, envíale a la tía Jen una tarjeta de cumpleaños en lugar de una tachuela. Pero no te preocupes, seguimos apoyando tu inocente entusiasmo infantil. En cuanto a la tía Jen, quizá una lección sobre los lazos familiares no le vendría mal.