Samantha se quedó allí, con la ira a flor de piel. Julie ni siquiera estaba arrepentida, sólo trataba de cubrir sus huellas. Samantha no iba a dejar pasar esto. Tenía un plan.
Se acercó a los niños, aún inquietos, y decidió darles algo que hacer. Un juego. «¿Qué tal ‘Food Fight Chaos’?» susurró Samantha conspiradoramente. Les explicó las reglas: coger a escondidas algunos bocadillos y empezar una pelea de comida. Los niños, entusiasmados, entraron en acción.