Los tigres, famosos por sus habilidades mortales, provocaron escalofríos a Joseph al recordar las escalofriantes historias de personas que habían sido mutiladas o habían encontrado la muerte en las garras de estas feroces bestias. El siniestro gruñido reverberó en el aire, señal de que estaba pisando un camino traicionero.
Armado con un arma, Joseph no tardó en darse cuenta de que era inútil contra una criatura tan majestuosa. Con la caza de tigres estrictamente prohibida, tuvo que pensar con los pies en la tierra, con la adrenalina corriendo por sus venas. Necesitaba un plan electrizante para garantizar tanto su supervivencia como la seguridad del tigre. Si esta mañana hubiera sabido lo que sabe ahora, nunca habría hecho las maletas para ir de caza…