«¡Santo cielo!», gritó mientras observaba a los dos tigres que había criado durante mucho tiempo. Su corazón se hinchó de gratitud y orgullo al ver a Sasha y Alexi defenderle ferozmente del oso pardo. Los dos tigres rugieron con todas sus fuerzas, desviando la atención del oso de Joseph y dirigiéndola hacia ellos. Joseph se quedó asombrado, incapaz de moverse ni siquiera de hablar, mientras la escena se desarrollaba ante él.
La valentía de Sasha y Alexi era impresionante. A pesar del peligro que corrían, los tigres nunca vacilaron en su defensa de Joseph. Su agilidad y fuerza no tenían parangón, y trabajaban juntos a la perfección para mantener a raya al oso. Era como si estuvieran protegiendo a su propio padre.