Con el paso del tiempo, Joseph observó cómo Sasha y Alexi se convertían en poderosos tigres adultos. Pero a medida que crecían, Joseph sabía que no podía quedárselos para siempre. Eran animales salvajes y pertenecían al bosque, no a su patio trasero. En ese momento decidió tomar una de las decisiones más difíciles de su vida.
Joseph decidió devolverlos a la naturaleza. Pero sabía que tenía que hacerlo de forma que tuvieran las mayores posibilidades de sobrevivir. Trabajó con expertos para elegir el lugar perfecto, en el corazón de la selva, donde los cachorros pudieran prosperar.