Jennifer Brown siempre había sido una luchadora, aunque nunca se adivinaría por su actitud tranquila. Se comportaba con serenidad y resistencia, no era de las que armaban jaleo ni llamaban la atención. La vida, con todos sus altibajos, parecía arrastrarla como las olas en la orilla.
Sin embargo, bajo esa calma exterior había una mujer que había librado innumerables batallas silenciosas, a menudo sin que nadie lo supiera. Pero esta vez, su cuerpo le enviaba señales que no podía ignorar. Empezó sutilmente, con una molestia ocasional en el costado que ella achacaba al estrés o a una mala digestión.