Un lobo irrumpe en una iglesia: los feligreses no estaban preparados para lo que ocurrió a continuación

El veterinario, que se había apresurado a venir tras enterarse del drama, llegó unos instantes después con una bolsa de suministros. Se acercó con cautela, hablando en voz baja. «Haré lo que pueda», le aseguró a Marianne. «Centrémonos primero en estabilizarlos»

El lobo soltó un gruñido bajo cuando el veterinario se arrodilló junto a los animales. Marianne se acercó rápidamente, acariciando suavemente el pelaje del lobo. «Está bien», susurró. «Está aquí para ayudar» La loba dudó pero no le detuvo, su mirada parpadeaba entre el hombre y las criaturas heridas.