«¡No!», gritó Marianne Gritó Marianne, interponiéndose entre el agente y el lobo. Tenía los brazos extendidos, su cuerpo era una barrera. «¡No, por favor! Sólo empeorará las cosas» El agente ladró: «Señora, apártese», con voz firme pero cargada de urgencia.
«No quiero hacerle daño, pero si arremete, no tendré elección. La vida humana es lo primero, ya lo sabes» A Marianne le temblaba la voz, pero su determinación era inquebrantable. «¡Míralo! No está atacando, está asustado».