Un lobo irrumpe en una iglesia: los feligreses no estaban preparados para lo que ocurrió a continuación

Sin embargo, Marianne siguió adelante, con tono tranquilizador. «Volveré. Lo prometo», susurró. El lobo levantó las orejas, casi como si entendiera a Marianne de alguna manera. Tras una tensa pausa, Marianne salió de la capilla.

En el pasillo, el Hermano Paul dio rápidamente instrucciones a los pocos voluntarios que quedaban para que cerraran la entrada principal, asegurándose de que nadie más corriera peligro. Mientras tanto, Marianne corrió hacia un pequeño armario de suministros que la iglesia tenía para la ayuda a la comunidad: allí se guardaban vendas, desinfectante y mantas para los sin techo.