Un lobo irrumpe en una iglesia: los feligreses no estaban preparados para lo que ocurrió a continuación

Finalmente, el hermano Paul se animó a hablar. «Necesitamos material médico. Debemos encontrar vendas, antisépticos… algo que ayude a detener la hemorragia» Miró al lobo, inseguro de cómo reaccionaría si salían a buscar lo que necesitaban. Marianne asintió, tragándose el nudo que tenía en la garganta.

Marianne levantó ambas manos, haciendo un gesto hacia la puerta. Esperaba comunicarle que necesitaba salir brevemente. El lobo soltó un gruñido grave de advertencia. Sus ojos amarillos brillaban con feroz protección, como si temiera que dejar marchar a Marianne pudiera sellar el destino de su compañera herida.