Un lobo irrumpe en una iglesia: los feligreses no estaban preparados para lo que ocurrió a continuación

Marianne se dio cuenta de que el objeto de la boca del lobo parecía vivo, una criatura frágil. Su pelaje estaba enmarañado y emitía débiles gemidos. En ese momento, Marianne se dio cuenta de que el lobo no había venido a hacer daño, sino a buscar refugio para la vida vulnerable que llevaba.

La iglesia estaba casi vacía. Sólo quedaban unos pocos curiosos y miembros del personal, apiñados cerca de la entrada. El hermano Paul se unió a Marianne, susurrando con urgencia: «Debemos pedir ayuda. Esto es peligroso» Sin embargo, Marianne percibió la urgencia del lobo y creyó que podrían ser el único salvavidas para aquella pequeña vida.