Un lobo irrumpe en el hospital: una enfermera llora al ver lo que lleva en la boca

El lobo, que hasta entonces había sido un manojo de energía tensa y cautela, empezó a moverse. Con pasos deliberados, se dirigió hacia la puerta, con movimientos decididos y claros. Se detuvo y giró la cabeza para mirar a Katie, como si quisiera asegurarse de que le estaba prestando atención.

Katie abrió los ojos con sorpresa. El comportamiento del lobo no tenía nada que ver con la postura agresiva que había mostrado al principio. Parecía como si la estuviera invitando, instándola a seguirle. Había inteligencia en su mirada, una comunicación silenciosa que resultaba asombrosa y misteriosa.