Un lobo irrumpe en el hospital: una enfermera llora al ver lo que lleva en la boca

Cuando terminó de hablar, se produjo una larga pausa que aceleró el corazón de Katie. Casi podía oír el tictac del reloj, cada segundo se alargaba, lo que la preocupaba aún más. Finalmente, el veterinario le pidió que describiera a la criatura. Katie lo hizo lo mejor que pudo, mencionando cada detalle que notaba.

Cuando terminó, se hizo otro silencio en la línea. Katie se quedó allí de pie, con el teléfono en la mano, esperando a que el veterinario dijera algo. Oía su propia respiración, rápida y superficial, y el sonido lejano de los ruidos del hospital. Esperaba alguna palabra de sabiduría o un plan, cualquier cosa para ayudar a la débil criatura que tenía delante.