Imagínense a los nerviosos pasajeros preparándose momentos antes del impacto, sólo para que sus gritos se vean interrumpidos por las risas gracias a las ingeniosas palabras del piloto. Los comentarios graciosos hacen más llevaderas las sacudidas del cuello Además, los tensos pasajeros sonreían al imaginarse a sus quiroprácticos recibiendo sobornos.
No podemos evitar reírnos imaginando la reacción de las desprevenidas visitantes al ver el estrafalario catálogo de los aseos de señoras. Pero la señalización desenfadada parece hacer que el espacio resulte más acogedor, aunque las formas representadas no sean realmente anatómicas.