Mientras los pasajeros subían al avión, se encontró mirándola desde la ventanilla de la cabina. No pudo evitar estudiar sus familiares ojos marrones, los contornos de su rostro y sus delicadas manos, manos que una vez sostuvieron las suyas en momentos de amor. Parecía imposible. Durante casi diez minutos, no dejó de lanzar miradas a la mujer, pero ella nunca se dio cuenta. Completamente absorta en su libro, parecía ajena al ajetreo de los preparativos del vuelo. Mientras tanto, el mundo de Jack se había puesto patas arriba.
Su mente daba vueltas. Tenía que ser su mujer ¿Pero cómo podía ser ella? Y si era ella, ¿por qué estaba sentada en el avión, aparentemente ajena a su presencia en la cabina? Estaba seguro de que la estaba mirando, pero igualmente seguro de que no podía estar allí. Su mente comenzó a acelerarse: ¿podría haber engañado a todos, incluso a él?