No sabía que aquella noche le haría replantearse todo lo que creía sobre las historias de amor sencillas. Se avecinaba un giro sorprendente que le haría cuestionarse no sólo a la pareja que estaba fotografiando, sino también su trabajo de capturar los momentos más felices de la vida.
Mientras apuntaba con su cámara a la pareja, encuadrándola bajo un gran arco florido, el sol poniente parecía reflejar sus propios sentimientos de inquietud. Lo atribuyó al subidón de adrenalina por las prisas por llegar a tiempo al lugar de la boda, se encogió de hombros y se preparó para hacer las primeras fotos.