¡La foto perfecta de un fotógrafo de bodas lleva a un descubrimiento que lo cambia todo!

Después de estar atascado en el tráfico durante lo que le pareció una eternidad, Oliver por fin pudo conducir rápido por una carretera vacía, como si intentara alcanzar al sol poniente. Cuando llegó al castillo de Artagne, le asombró su grandiosidad. Las altas torres brillaban con la última luz del día, haciendo que la boda pareciera aún más especial. Pero cuando sacó su equipo, empezó a sentirse nervioso. Algo no iba bien, como si todo estuviera en vilo.

Sus ojos se cruzaron con los de los recién casados, Michael y Anna, que lucían mágicos con sus trajes de boda. Suspiraron aliviados cuando él se acercó. «Lo he conseguido. Todavía puedo hacerlo bien», se tranquilizó.