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En el interior del castillo, las lámparas de araña brillaban y llenaban la estancia de un resplandor dorado. Los rostros de la gente parecían felices y un poco sonrojados por la celebración y el champán bebido. Pero mientras Oliver recorría el lujoso salón de baile con su cámara, las luces brillantes le hacían sentir como si le estuvieran interrogando. Parecían resaltar sus sentimientos de inquietud.