Un oso saluda a su familia todas las mañanas y un día su padre descubre algo sorprendente

«¡¿Espera qué?!», «¡Esto no puede ser verdad!» Gritó Luka. Al asomarse a través de la lona transparente de la puerta de cristal que daba a la cubierta, Luka se encontró trabado en una asombrosa mirada con un enorme oso negro. Nunca había visto nada parecido.

El corazón le latía con fuerza contra las costillas mientras se movía instintivamente para proteger a sus hijos, su cuerpo actuando por puro instinto paternal. Sabía que no podía luchar contra un oso, pero era lo único que se le ocurría. Pero mientras estaba allí, un momento de claridad se abrió paso a través de su creciente pánico: se dio cuenta de que podría no haber ninguna amenaza inmediata aquí.