Luka, con el corazón acelerado, siguió al colosal oso negro, consciente de que ésta podría ser su última aventura.
Momentos antes, el oso había aparecido junto a su ventana. Le saludó con la mano, un comportamiento inaudito en un oso, sugiriendo un mensaje urgente. No se trataba de un hecho aislado: durante tres días consecutivos, el oso le había saludado frenéticamente. Luka, presintiendo una señal, decidió seguirle.
Al aventurarse en el bosque, Luka se sintió impulsado por una mezcla de miedo y determinación. A pesar del riesgo, estaba decidido a seguir al oso, convencido de que intentaba comunicarle algo esencial. Y Luka pronto descubriría qué…