Un hombre tuvo que sacrificar a su perro porque no tenía dinero para el tratamiento, pero el veterinario hizo algo inesperado

El sol de la mañana proyectaba largas sombras sobre la acera mientras Derrick y Rusty se aventuraban a salir. Derrick, vestido con una chaqueta desteñida, observaba a Rusty trotar a su lado con una cautela poco habitual en él. Cada paso parecía pesado y Rusty había dejado de mover la cola. La preocupación se apoderó del corazón de Derrick, aunque se obligó a sonreír.

Cuando pasaron junto a los setos crecidos del viejo parque infantil, Derrick notó la ligera cojera de Rusty. No era evidente, pero era suficiente para que se le retorcieran las tripas. Con cada paso cauteloso, la mente de Derrick se agitaba con preocupación. Temía que fuera un signo de algo mucho más grave.