Un hombre tuvo que sacrificar a su perro porque no tenía dinero para el tratamiento, pero el veterinario hizo algo inesperado

Derrick, escaso de dinero y agobiado por la preocupación, se arrodilló en un charco poco profundo y acercó al asustado animal. Las costillas del perro eran visibles bajo el pelaje embarrado, y cada paso sugería agotamiento. Sin dudarlo, Derrick cogió al cachorro en brazos, decidido a ofrecerle consuelo y una oportunidad de sobrevivir.

Llevar a Rusty a casa fue un reto desde el principio. El destartalado subarriendo de Derrick apenas ofrecía calor, y le preocupaba que el perro pudiera sentir la misma sofocante sensación de incertidumbre que él. Sin embargo, Rusty parecía agradecido por tener un rincón suave donde acurrucarse. Esa simple gratitud le recordó a Derrick que no estaba solo.